DATOS TÉCNICOS DEL SELLO
Número EDIFIL: 5589Fecha de puesta en circulación: 1 de julio de 2022
Procedimiento de impresión: Offset
Soporte: Autoadhesivo fosforescente
Formato del sello: 24,5 x 35 mm (vertical)
Efectos en pliego: 50 sellos
Valor postal: Tarifa A (1 sello = carta normalizada hasta 20 gr de España)
Tirada: 8.140.000
Diseño: Olaia Merino Erviti
INFORMACIÓN SOBRE EL MOTIVO DEL SELLO
Con un sello que reproduce el cartel anunciador de las fiestas de San Fermín, Correos homenajea este evento tan popular dentro de la serie FIESTAS POPULARES.
El cartel ha sido elegido mediante una votación popular donde se podía elegir entre 10 carteles, obteniendo el ganador un 20% del total de los votos. La autora es Olaia Merino Erviti y su título: Beti Bezala (Como siempre).
Según cuenta la leyenda, San Fermín era hijo del jefe romano de Pamplona hacia el siglo III. San Saturnino lo convirtió al cristianismo y lo conminó a prepararse en Francia quedándose finalmente en Amiens donde reposan sus restos después de ser torturado y asesinado convirtiendo su vida en una leyenda. En el siglo XII, el entonces arzobispo de Pamplona, Pedro de París, llevó una reliquia del santo a Pamplona y la depositó en la Catedral de la ciudad. Con el tiempo, el culto se fue extendiendo a toda Navarra. Para los habitantes de Pamplona, que existiera un santo que, además, había sido el primer arzobispo de Pamplona les llenó de orgullo.
Como toda leyenda, esta también tiene sus seguidores y detractores. Lo que une a todo el mundo, es que, a partir del seis de julio, cada año, Pamplona estalla de emoción con las fiestas en honor a San Fermín. Ese día tiene lugar el famoso chupinazo, que tiene su origen en un pamplonés llamado Juanito Etxepare inició en 1931 la costumbre de lanzar un cohete para comenzar la fiesta. La costumbre fue retomada en 1939 por Joaquín Ilundaín, e institucionalizo en 1941 tal y como hoy lo conocemos.
En cuanto a los encierros, los historiadores sitúan los primeros en el siglo XVI. La manada se dirigía a caballo desde los corrales del Baluarte hasta la antigua plaza de toros, situada en la actual Plaza del Castillo. En esa época el encierro se conocía como “entrada” y comenzaba cuando el reloj de San Cernín marcaba las 6 de la mañana.
Mas tarde se unieron a los jinetes gente del pueblo, principalmente carniceros. En el siglo XIX, a pesar de la utilización de los nuevos medios de trasporte para llevar a los toros en otras localidades, en Pamplona se siguió haciendo pie. Según el gobernador de 1861, Trinidad Sicilia, se mantenía la antigua práctica porque da animación a las fiestas. Fue entonces cuando se popularizo corre delante de los toros.
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