Número EDIFIL: 3838
Temática: Varios temas
Fecha de puesta en circulación: 14 de noviembre de 2001
Procedimiento de impresión: Huecograbado
Papel: Estucado, engomado, fosforescente
Dentado: 13 ¾
Formato del sello: 40,9 x 28,8 mm (horizontal)
Efectos en pliego: 50
Valor postal: 75 Pesetas (0,45 €)
Tirada: Ilimitada
INFORMACIÓN SOBRE EL MOTIVO DEL SELLO
Bajo, delgado, moreno, de mirada penetrante bajo una frente resulta, rostro de tipo andaluz, así describe físicamente el crítico francés G.-J. Aubry a Manuel de Falla: un músico genial al que la filatelia rinde homenaje con esta emisión. Manuel de Falla nació en Cádiz en 1876. Enamorado de la música, muy pronto comenzó a estudiar piano y composición en el conservatorio de Madrid con el maestro José Tragó y, más tarde, con Felipe Pedrell. Su primera obra de importancia fue la ópera La vida breve, basada en un poema de Carlos Fernández Shaw y con la que ganó el concurso convocado, en 1905, por la Academia de Bellas Artes de San Fernando. En 1907 se trasladó a París, donde entabló amistad con Claude Debussy, Maurice Ravel, Paul Dukas, Igor Stravinski e Isaac Albéniz, entre otros grandes músicos del momento. Allí compuso Cuatro piezas españolas, Tres melodías y Siete canciones populares españolas. Al estallar la Primera Guerra Mundial, Falla regresó a Madrid y finalizó los tres nocturnos para piano y orquesta titulados Noches en los jardines de España y la primera versión de El amor brujo, para el ballet de Pastora Imperio. El estreno no tuvo ningún éxito, pero una nueva adaptación la llevó a alcanzar el reconocimiento que tiene en la actualidad. Además de Fantasía bética, El retablo de Maese Pedro, Elegía de la guitarra y otras composiciones, merece especial atención El sombrero de tres picos, estrenada en Londres en 1919, con coreografía de Leónidas Massine y decorados de Pablo Picasso. Su obra maestra es, posiblemente, Concierto para clave y cinco instrumentos, compuesta por encargo de la famosa clavicenista polaca Wanda Landowska en 1926. Aclamada por el público y la crítica en Barcelona, Madrid, París, Londres y Siena, ha sido definida como una de las composiciones de música de cámara más importantes del primer cuarto del siglo XX. En 1939 Falla se marchó a Argentina, donde continuó trabajando en La Atlántida. Este trabajo quedó interrumpido con su muerte, en noviembre de 1946, y terminado por su discípulo Ernesto Halffter.